Bien podría decirse que tuve muchísima suerte al conservarme
aun con vida, el combate y después el duelo me dejaron físicamente
exhausto, pero de mi espíritu fortalecido saco energías para
continuar. Sin descanso viajamos de noche hacia la aldea para distanciarnos
rápido de los tártaros, llegamos al medio día siguiente,
contamos lo sucedido y nos fuimos a descansar. Respecto de la Walkiria
no pronuncié palabra, y aunque los soldados murmuraban entre ellos
en el camino, no se atrevieron a articular vocablo ante mi silencio. Ahora
sé que las Walkirias no son una fantasía para arengar a los
valientes, existen de verdad, y que a esta pronto volveré a verla.
A la mañana siguiente me levanto con una idea fija, volver al lugar
a presentar batalla contra los tártaros; mandé mensajeros
a las tribus aliadas y cercanas para informarles de nuestra situación
de guerra. Preparo al ejercito dividiéndolo en los habituales tres
regimientos para partir antes de medio día. En realidad todo esto
es una excusa, sólo quiero volver a estar en batalla lomas pronto
posible para tener oportunidad de cruzarme otra vez con la Walkiria, la
idea es fascinante y seductora, no un existe rival tan soberbio como ella.
El vértigo del peligro de muerte inminente, amalgamado con su veleidosa
atracción sexual, y un algo mas intangible, etéreo e indescifrable,
conforman un cocktel amenazador y embriagante. Embebido de esta pócima,
aunque sea suicida, sólo busco la forma de justificar el combate
para volver a enfrentármele y ganarle. Partimos en marcha ligera
y llegamos al atardecer a la colina en donde fuimos emboscados, se encontraba
limpia de cadáveres, lo que evidenciaba la cercanía de nuestros
enemigos. Seguimos cinco kilómetros mas y acampamos para pasar la
noche; designo centinelas y todo el resto va a dormir, yo mismo me dispongo
a hacerlo pero ... en el silencio de la noche la imagen angelical del rostro
de la Walkiria invade mi mente, me confunde y aturde, su visión
esta ahí haciéndome experimentar sensaciones contradictorias,
por un lado siento ganas de vencerla, de demostrarle quien soy, que no
soy un vil cobarde, que valgo, y no poco; y en contrapunto siento al recordar
su dulce mirada que no podría lastimarla en lo mas mínimo,
que si alguien quisiera tuviera intenciones de causarle daño tendría
que enfrentarse conmigo previamente y vencerme, que no seria fácil
ya que pondría hasta mi ultima gota de energía en este empresa;
no sé, el conflicto mental que tengo me impide descansar. Insomne,
me visto y decidido irme a la colina de la ultima batalla para clarificar
las ideas mientras practico a solas con Nothung. Llego al sitio y en la
noche estrellada elevo plegarias a Wotan para que depure mis pensamientos;
luego con la ayuda dela luz de luna que me permite ver lo suficiente, comienzo
mi practica individual de esgrima, después de un par de minutos
logro despejarme y con el cerebro limpio y en blanco, me distiendo y me
suelto en divertidos movimientos, pero en el momento menos pensado, de
la nada otra vez se aparece la Diosa, con su impaciente estampa, gesticulando
con el cuerpo, me invita a terminar el duelo inconcluso, con una sonrisa
gentil y un ademán caballeresco, la saludo y me pongo en guardia.
Esta vez ataco yo primero haciéndola retroceder varios pasos hacia
atrás, después de que se repuso de la sorpresa y me atacó
ella también, la lucha es pareja y no permite un instante de distracción,
pero paradójicamente se establece entre ambos un extraño
y absurdo dialogo gestual. Hace mucho tiempo que no miro fascinado, encantado,
a una mujer; por su belleza, su aire señorial, su forma de mirarme.
A la vez que nuestros rostros expresan mutuamente ternura, suavidad, amor;
los cuerpos agresivos quieren demostrar, al otro coraje y bravura. No se
entiende bien si es un duelo, o un ritual de cortejo, parecemos una pareja
de leones jugando. En un momento ella me ataca mas y me hace retroceder
hasta que quedo con la espalda contra el tronco de un árbol, quedamos
muy cerca, con mi mano izquierda le tomo la derecha , la que empuña
la espada, por su lado ella hace lo mismo con mi diestra. Todo el torso
de nuestros cuerpos entran en contacto, mientras las miradas se pierden
en los ojos del otro. La sangre me hierve, corriendo a toda velocidad cuando
me besa en los labios. Su mansa lengua recorre lenta y suave un par de
mis dientes, ... luego me mordisquea el labio inferior y despacio aleja
su divino rostro de mi, mientras me mira sonriendo... Da un salto hacia
atrás y se pone en guardia; yo estoy petrificado, tardo en reaccionar
pero ella espera a que este listo para continuar. Me sonríe con
cierto aire de suficiencia, como si hubiera demostrado que puede hacer
algo que yo no. Esta interpretación me impregna de furia, y enceguecido
de vivo orgullo profundizo al máximo mi concentración en
la lucha. La sorprendo, una embestida tras otra, la empujo con fuerza y
retrocede, cae de espaldas al piso y yo encima de ella. Cada brazo anula
al del rival, se repite la escena, pero esta vez me vengo, besándola
en la boca... la garganta... la oreja ... la boca de vuelta. Soy un delirante
suicida, me vuelvo loco, pierdo enteramente el control de mi mismo; en
medio de un duelo a muerte siento unas ganas irresistibles de hacerle el
amor a mi rival, la incoherencia es total y absoluta, estoy perdidamente
loco. De repente con una fuerza descomunal me eyecta, como si fuera sólo
piel y huesos; caigo, por suerte, bien parado y todo vuelve a empezar,
el duelo, o el ritual de cortejo, como quiera que se llame, se escucha
de nuevo sonido violento de los metales al chocar. Al tratar de compenetrarme
recuerdo un truco que no siempre me sale bien, pero lo intento, súbitamente
cruzo a Nothung a la mano izquierda, y con la sorpresa de la rápida
maniobra logro hacerle caer el acero, lo piso y la obligo a retroceder,
tomo su arma del suelo y con una espada en cada mano la amenazo de muerte
en el cuello y le digo: ‘estas vencida’. Cuando termino de pronunciar estas
palabras desaparece ante mis ojos. Me encuentro un poco confundido, pero
al ver las dos armas en mis manos me doy cuenta de que todo ha sido real,
soy el único hombre que alguna vez haya vencido a una Walkiria,
soy el primer humano que empuña un arma divina. Estoy muy contento
y a pesar de todo el desgaste físico me siento pletórico
de energía.
Al llegar el día nos aprestamos a enfrentar a los tártaros;
mis espías me informan acerca de la posición de ellos y me
doy cuenta que nos preparan una nueva emboscada. Proyecto mi estrategia
y para no desilusionarlos les hago pensar que voy directo hacia la trampa
marchando al frente de uno de los regimientos, mientras los otros dos avanzan
a marcha ligera sin hacerse notar a los lados del que hace de cebo. Nos
trasladamos pomposamente para llamar la atención, caemos en la “trampa”
, pero los sorprendidos son ellos cuando reciben el ataque por la retaguardia,
que aunque un poco tarde llega tiempo. participo en la batalla con la espada
de la Walkiria en mi mano derecha; mas liviana, mas filosa, mas todo, es
la espada ideal, con ella todo es sencillo; me canso de rebanar soldados,
me salpico tanto de sangre que parece que estoy herido. Destrozamos a nuestros
enemigos, pero eso casi no me afectó; de inmediato como es costumbre,
se lleva a cabo el festejo por la batalla ganada con el botín capturado,
sin embargo permanezco apático, distante, al parecer he perdido
los incentivos, pero no, en realidad mi mente esta pensando sólo
en la Walkiria, en que le pasaría, que castigo tendría por
haber perdido un duelo contra un humano; no me la puedo imaginar sufriendo,
y además por mi culpa. Yo soy el culpable de su desgracia, y a pesar
de que el hecho de haberla vencido me convierte en un ser poderoso, me
siento muy mal, sin bien la he vencido en duelo me siento usurpador de
un poder que no me pertenece. Severamente entristecido pienso en la forma
de remediar lo que he hecho; busco en los rincones de mi memoria y un recuerdo
me trae un tenue luz al final del túnel, sólo que da una
pequeñísima posibilidad para ella, y para mi amor por ella,
un milagro, y eso podría ocurrir únicamente si Wotan escuchara
mis ruegos en la cima de la montaña Wunderbetensberg; se dice que
los milagros pedidos en el vértice de esta montaña son concedidos,
el problema es llegar, es en verdad muy difícil, y además
no se sabe de nadie que haya regresado. A pesar de los grandes peligros
y dificultades el amor por la Diosa me impulsa a llegar a esa cumbre sin
importar cuanto sea lo que cueste.
Wunderbetensberg es la montaña mas alta, se yergue imponente con
su ladera norte casi perpendicular señalando como un índice
al Gladheim, la cima es en verdad muy alta y no puede verse con frecuencia
debido a que casi siempre hay nubes que la ocultan. La ladera sur es en
principio la única accesible para escalarla, las otras exigen unas
cuantas centenas de metros de escalada vertical, convirtiendo estos caminos
en absolutamente impracticables para un simple mortal. Voy al sur, de allí
parece una montaña mas, aunque mucho mas grande. Al pie de esta
me aparece un extraño enano pero es en realidad un nibelungo, me
detiene para contarme de los peligros de Wunderbetensberg, me habla de
un laberinto lleno de trampas acertijos y lobos hambrientos, del cual probablemente
nunca salga, intenta disuadirme, pero yo estoy completamente decidido,
en realidad no tengo por que creerle y además si algo o alguien
ha de detener no ha de ser este enano despreciable con sus estúpidas
advertencias, lo dejo hablando y maldiciendo solo, mientras me alejo lo
oigo gritar pero ya no escucho que dice. Trescientos metros más
arriba encuentro un muro alto y largo que pareciera rodear la montaña,
supongo que ha de ser los bordes del temible laberinto, recorro esta muralla
en búsqueda de una entrada y encuentro dos puertas, una al lado
de la otra, estas puertas escuchan y hablan, están en permanente
discusión; hago memoria y recuerdo lo que sé respecto de
este par de puertas, una es la entrada a un laberinto cuya salida esta
cerca de la cumbre, la otra me conduce a un laberinto paralelo que no tiene
salida, una siempre dice la verdad y la otra siempre miente, la dificultad
reside en identificarlas, además sólo me han de contestar
una pregunta cada una, a si que debo pensar bien que decir.
Siguen incansables parloteando, mientras medito, entonces cuestiono a la
puerta derecha: ¿Cuál puerta me lleva al laberinto sin salida?
Esta, me responde; entonces le pregunto a la otra: ¿Cuál
es la puerta que me conduce a la cima? y me responde: aquella. Entonces
me confundo y entro por el pórtico izquierdo sin estar seguro de
estar en lo correcto.
Ahora estoy adentro, comienzo a caminar en búsqueda de alguna pista
que me lleve a la salida, pasa el tiempo y mi caminata continua, internándome
cada vez mas, por doquier aparecen pequeños animalejos con el don
del habla diciéndome, vuelve, estas perdido, dobla acá o
dobla allá, sólo provocan confusión, así que
desisto en prestarles atención, pronto comienzo a sospechar que
estoy perdido, hago un par de marcas y al rato confirmo que estoy dando
vueltas en circulo, me detengo sin saber que hacer; de pronto escucho una
voz femenina que dice “Schwarzhaarig, reconocerás la salida porque
esta custodiada por un dragón al que deberás vencer, estarás
lejos de ella cuando encuentres lobos hambrientos que te asalten, si en
verdad amas a la Walkiria podrás vencer al dragón”, me doy
vuelta y busco a ver quien me habla y no encuentro a nadie, la escucho
de nuevo que me dice “confía en mi”, esta voz no hace mas que confundirme,
como sabe tanto respecto de mi, porque no puedo ver a quien me habla, por
que habría de confiar en ella, en fin estas palabras no me sirven
de nada, no me ayudan a encontrar la salida; después decido hacer
marcas numeradas en las paredes para orientarme y saber por donde ya he
pasado, con este método prosigo con la búsqueda, pero a cada
rato encuentro con alguna marca y no consigo orientarme bien, pero de todas
formas continuo, y me encuentro con lobos que me atacan, lobos negros de
brillante pelaje, ojos rojos encendidos de furia, y mucha baba chorreando
de sus hocicos, son dos corriendo a toda velocidad hacia mi, por suerte
tengo dos armas y al enfrentarlos los mato sin riesgos, pero al hacerlo
aparecen tres mas, con estos tengo más dificultad pero también
los mato, a través de un largo pasillo veo que vienen a la carrera
muchos mas, a tantos a la vez no voy a poder vencer, corro en sentido contrario
doblando continuamente, corro bastante y logro perderlos. En calma pienso
y recuerdo a la voz que me anuncio que me alejaba de la salida si encontraba
lobos, creo que mi método no sirve para salir, sigo pensando y recuerdo
otro método, doblar permanentemente hacia el mismo lado, no importa
cual pero siempre debe ser el mismo, aplico esto doblando siempre a la
derecha, camino y camino, me harto de oír estupideces por parte
de los animalejos que pululan por ahí y me harto de caminar también,
pero con perseverancia llego hasta donde esta el dragón. Veo a lo
lejos a ese horrible animal semejante a una lagartija pero enorme, se para
sobre sus patas traseras y despedaza sus presas con sus garras y dientes,
la muerte en manos de una bestia de estas es lenta y dolorosa. Quizás
haya escuchado demasiadas historias, para que me parezca tan temible, de
todas formas el verlo provoca temor, escucharlo bramar mucho más.
Ya se ha dado cuenta de mi presencia y me espera en la puerta vociferando,
desenvaino mis armas y me acerco lenta y cautelosamente, la bestia verde
parada sobre sus patas traseras tiene una envergadura cercana a los cuatro
metros, sus garras se mueven muy rápido, es mucho mas ágil
de lo que yo suponía, estando a corta distancia avanza velozmente
hacia mi, me sorprende, retrocedo defendiéndome, siento un mal sabor
en mi garganta y me tiemblan las manos; sus garras pasan silbando cada
vez mas cerca ycomo si leyera mi mente se anticipa a cada uno de mis movimientos,
sólo logro con mucha dificultad apenas defenderme, con mis dos armas
no consigo hacerle un solo rasguño, siempre sabe como voy a actuar,
no se como vencer a este animal, la desesperación y la impotencia
me invaden, de repente de un rápido manotazo me arranca una espada,
en la oscuridad renegrida de los ojos de la bestia veo reflejada mi cara
por un instante, esta impregnada de miedo, me avergüenzo y me enfurezco
con mi mismo, pero de todas formas no sé que hacer, repentinamente
avanza y se me tira encima, me aplasta con su enorme peso, trato con todas
mis fuerzas de zafarme, pero me es imposible, intento escaparme de una
forma u otra sin lograr nada, al fin me doy por vencido, descanso mis músculos
y simulo estar muerto, en verdad estoy exausto, el dragón lentamente
se levanta, y antes de que pueda verme la cara lo sorprendo y le atravieso
el pulmón izquierdo y la espada le queda clavada hasta la empuñadura,
se retuerce vocifera y cae pesadamente al suelo, allí se produce
una extraña y horrible metamorfosis, mientras se retuerce va cambiando
constantemente su forma, hasta que al fin termina de mutar, queda convertido
en humano, o por lo menos aspecto de humano tiene, parece estar muerto,
de cara al piso no se mueve, tiene la espada atravesada, su extremo sale
por la espalda, busco la otra espada y con cautela doy vuelta el cadáver
para recuperar mi arma, y quedo estupefacto, congelado, al ver rostro del
muerto, tiene mi propia cara es como verse en un espejo, le quito el acero
que lo atraviesa, y lo pongo de espaldas al suelo, lo miro con atención
y es idéntico a mi, mil imágenes pasan por mi cabeza a toda
velocidad, de todos modos no entiendo nada, pero esa figura de mi plagio
muerto y muerto por mi, me fascina y me espanta a la vez. Tomo un respiro
y sigo adelante, sólo tengo que atravesar una puerta para salir
del laberinto.
Una vez afuera a unos pocos metros de distancia hay una muralla de fuego
cuyas llamaradas se elevan a considerable altura, a unos pasos de mi se
encuentra un guerrero mucho mas alto que yo, completamente vestido de negro,
se ríe a carcajadas, con su mirada gélida y profunda me increpa
procurando amedrentarme: “soy Loge, no podrás atravesar mi fuego,
a menos que tu causa sea justa y no dudes de ella ni por un instante”;
al decirme esto lo hace con una muesca burlona y pedante, luego vuelve
a reírse de mi. Esto me enfurece, y a pesar de sé que llevo
las de perder al enfrentarme al dios del fuego, desenvaino mi espada instándolo
al combate, sin embargo no se prepara al combate y se sigue riendo mofantemente
mientras me dice: “sólo me vencerás cruzando la barrera de
fuego”. Al escuchar esto me doy cuenta del porque de las risas burlonas,
es quizás la prueba mas difícil que tenga que pasar, no dudar
ni por un instante del amor a la Walkiria bajo el riesgo de morir quemado,
el reto es grande, y comprendo su significado, así es que enfundo
mi arma y mirando a esos fríos ojos que casi no tienen pupilas me
sonrío diciendo, veremos quien ríe ultimo. Avanzo hacia el
fuego seguro de mi, penetro el muro, y siento un calor infernal, mucho
calor, parece que me quemo, sé que no debo mirar atrás, miro
hacia el frente y no veo la salida, cierro los ojos, agacho la cabeza y
empiezo a correr, corro a toda velocidad sin mirar, el calor es insoportable,
no puedo mas, no sé de donde saco fuerzas pero sigo corriendo a
la máxima velocidad, no sé cuanto tiempo llevo con este esfuerzo
físico, pero me parece una eternidad, no aguanto mas, finalmente
siento algo de fresco, he salido, abro los ojos y veo nieve cerca, así
que me tiro en ella, me refresco y me tranquilizo, reviso mi piel y no
tengo ninguna quemadura, ni siquiera en el pelo, nada; miro hacia atrás
y veo tan solo la muralla que contiene el laberinto, el fuego desapareció
no se por que, ni me importa, miro hacia adelante y puedo ver la cima cercana,
trescientos metros pisando nieve y diez o quince metros de escalda vertical
sobre la roca, los obstáculos mas grandes ya los he vencido, ahora
en verdad estoy cerca.
Finalmente, no sin poco esfuerzo, logro llegar a la ansiada cima, completamente
extenuado, tomo aire, descanso un rato tirado en la roca mirando al cielo,
luego me levanto para observar todo, la vista es fastuosa, es un espectáculo
magnifico, el verde de los bosques, el blanco de la nieve en las montañas,
el azul celeste de los lagos y el cielo, con el vértigo de la altura,
y el viento frío soplando mi cuerpo confluye para conformar evento
majestuoso; todo el mundo parece pequeño e insignificante desde
aquí arriba, con razón hay que llegar hasta acá para
poder ser escuchado por el Dios de Dioses. Desenvaino la espada de la Diosa
y la hago silbar con el viento, es un momento glorioso, luego con el vértice
del arma contra la roca del suelo y el cuerpo inclinado hacia el norte
agacho la cabeza y me arrodillo para invocar a Wotan por la Walkiria. Me
compenetro en mi imploración con toda la fuerza de mi alma, para
que la voz de mi corazón pueda ser escuchada; mientras estoy así,
vertido completamente hacia adentro mío, siento que alguien toca
mi hombro, escucho de atrás una voz femenina que me dice: ‘Schwarzhaarig,
es gracioso, ...pero a causa de tu paradoja tengo de nuevo una oportunidad
perdida’La Walkiria se hizo presente otra vez, me alegra muchísimo
volverla a ver, no entendí bien que me quiso decir, sólo
sé que un nuevo y definitivo duelo tendría lugar en breves
instantes.
Esta desarmada, así es que le doy a elegir arma y escogió
a Nothung, ambos con los aceros en la mano comienza el duelo o el cortejo,
eso si es algo confuso, su bello rostro se enternece con una mirada y una
sonrisa que sólo ella puede combinar con la dureza de su brazo derecho
al empuñar agresivamente la espada. Esta vez comenzamos sin rodeos
y muy enérgicamente, la escasa superficie del suelo bordeada por
el abismo incrementa desde el principio el nivel de adrenalina en mis venas.
La fuerza que aplica esta vez en cada embestida es demoledora, me hace
retroceder, trastabillo y caigo de espalda, pero armado aun, e imprevistamente
para mi se arroja encima mío, poniéndome el filo del metal
en mi garganta, me da un beso en la boca, me olvido completamente que estoy
luchando, quizás este en el Walhalla, me mordisquea de nuevo el
labio inferior, me hace un pequeño corte en el mentón y me
cura con su lengua besando la herida, me vuelvo loco quiero amar a esta
Diosa pero a la vez tengo que defender mi dignidad, Ella jamás querría
a un cobarde. Se da cuenta que no luchamos, se levanta y espera que me
levante para continuar ... me siento muy raro, existe una formidable contradicción
entre lo que tengo que hacer y lo que quiero hacer. Logro concentrarme
y vuelvo a ser rival respetable, el secreto reside en no mirarla a los
ojos, es difícil pero no imposible, me mantengo en esa postura y
aunque físicamente es muy desgastante logro defenderme bien, sin
embargo esporádicamente también logro atacarla y el combate
se torna bastante parejo. Puede parecer una locura pero el tañer
de los metales resulta música y nuestros movimientos un armónico
baile, de destreza, fuerza, audacia y sentimientos difícilmente
descriptibles mediante palabras. Sin querer me descuido un instante y la
miro a los ojos, me pierdo, estoy enteramente enamorado de ella, y no sé
que hago empuñando un arma en su contra. Ese momento de vacilación
le vasto para despojarme de mi espada, al retroceder me caigo, quedo sentado
con los brazos apoyados hacia atrás, e indefenso, sin arma ... nos
miramos a los ojos y el tiempo parece haber terminado, ya no existe, el
éxtasis de mirarla a los ojos me sublima; y ella a la vez con total
naturalidad hunde la espada en mi pecho atravesándome el corazón.
En ese instante despierto violentamente, propinándome un fuerte
golpe en la frente contra la litera, al sentarme de repente en la cama,
caigo acostado de vuelta y tomo conciencia que he tenido un sueño,
no cualquier sueño, este en particular otra vez; me descubro empapado
en transpiración, con la respiración alterada y el corazón
que no se me escapa por la boca porque tengo los dientes apretados. Me
tranquilizo de a poco y me contento con por lo menos de estar vivo, sé
por experiencia, sin importar que hora sea, que ya no podré volver
a dormirme, con los ojos abiertos veré y escucharé escenas
del sueño en la oscuridad, y un aire mágico me envolverá
aunque no lo quiera. Me levanto de la cama, ya mas calmado, decidido a
terminar de escribir esto que en otra noche dejé inconcluso al llegar
el día. Por un par de semanas la música que escucharé
será sólo Heavy Metal y Wagner. Por un par de semanas estaré
delirando, yendo a ningún lado, como un autista, sólo esquivando
obstáculos para no chocarme, viendo sin mirar, oyendo sin escuchar,
estaré flotando en una nube, embebido de metáforas con misticismo
germánico, estaré como Schwarzhaarig antes del segundo duelo,
tratando de comprender lo contradictorio y lo absurdo, sin poder apartar
de mi mente a la Walkiria.
Todo esto es indudablemente síndrome de una locura galopante, sin
cura; cualquier secuaz de Freud se haría un tratado de psicología
con estos datos, o por lo menos me haría poner chaleco de fuerza,
sobre todo si se considera que las características de la Walkiria
pertenecen a un persona real, que vive a pocas cuadras de mi casa; que
me encuentro perdidamente enamorado de ella; mi mente errante divaga...
se concentra, y se vuelve a perder, y no hallo la forma de expresar mis
sentimientos de manera tal que ella me crea.
Todas estas imágenes mentales, abstracciones, metáforas,
ideas y sentimientos, dan vueltas en mi interior, conformando un enorme
rompecabezas surrealista de muy difícil solución. Primero
lo observo el problema de una forma, luego cambio el punto de vista una
y otra vez, cambio reiteradas veces el método de análisis
y la solución no se vislumbra. Acá en la realidad tangible,
la de todos los días, no hay un lugar como Wunderbetensberg donde
ir a rogar por milagros, y tarde o temprano, por muy complicado que parezca,
todo confluye inexorablemente, hacia una pregunta, una maldita y profunda
pregunta sin respuesta:
¿Qué
puedo hacer?