La Walkiria

 Por Horacio Javier Romero 

    

        Este es el relato de un sueño extraordinario que hoy tuve como tantas otras veces. Esta singular visión alegórica esta ambientada en una época remota y legendaria, en algún ignoto paraje europeo, donde la fuerza de los colores impartan la vista, en un suelo acolchado de verde césped con un calidoscopio de flores de colores, perdido entre ríos y arroyos de agua cristalina, rocosas montañas nevadas, y tupidos bosques de coníferas; sólo se escucha el roce del viento en los árboles, el crujido de la propia pisada y el trinar de los pájaros. Soy miembro y líder de una de las tantas tribus germánicas, en un tiempo anterior a que estas tomaran contacto con los romanos; con todo lo que esto implica en cuanto a hábitos, costumbres, escala de valores y creencias religiosas, la superstición es moneda corriente, ya que todo lo inexplicable se explica a través de ella, la religión politeísta esta apuntalada por innumerables leyendas, en estos épicos relatos se ensalza una y otra vez, hasta el hartazgo el valor de la gallardía, principal virtud a la cual aspira el humano.
        Para que exista un mínimo marco de referencia continuo este relato con algunas acotaciones para que pueda ser entendido. en esta cosmovisión existen varias razas de seres inteligentes, los humanos, nosotros, vivimos por lo general, en aldeas la orilla de lagos, ríos, y arroyos o en sus cercanías; los gigantes, seres de elevadísima estatura habitan en muy pequeñas comunidades o solos, en lo alto de las montañas en cuevas, muchos de ellos son ermitaños se dedican generalmente a caza y a veces presentan batalla a algunos dioses del Asgard; una especie de laboriosos enanos, los nibelungos, mora en interminables cavernas en la profundidad de la tierra, como hormigas, se dedican a la minería y orfebrería; en el cielo habitan seres etéreos, los dioses, casi todos lo hacen en el Asgard, la deidad mas adorada es Wotan dios de la guerra, la ciencia y las artes, fuente de todo lo bueno, el diossupremo que reina el universo con su esposa Fricka desde un palacio de cristal, el Gladheim; existe un tercer lugar de mención en el cielo, el Walhalla morada de las Walkirias, diosas menores hijas de Wotan, Las Walkirias son estupendas guerreras, eligen a los héroes para luego personalmente darles muerte en combate y llevar su alma inmortal al Walhalla, paraíso de los héroes; se dice que poseen una belleza de mujer envidiable por la más hermosa y joven de las humanas, siempre se las encuentra perfectamente armadas, a pesar de su condición femenina son mas fuertes y mas diestras con las armas que cualquier hombre. Sólo reciben ordenes de Wotan, la función que desempeñan cada una de ellas es decidir la suerte de las batallas interviniendo en ellas sin ser vistas, para impartir justicia y hacer que el mas noble sea el victorioso. Todo hombre que se precie de tal sueña con la esperanza de algún día llegar merecidamente allí, aunque solo unos pocos tienen ese gracioso privilegio. Cada Walkiria que se bate en duelo en la tierra con el héroe para darle muerte y llevarlo al Walhalla, allá en el cielo de los valientes se convierte en su amante, allí la vida transcurre violenta y vigorosamente entre el amor de la Walkiria el combate permanente con otros héroes, se lucha eternamente por el honor, sólo para demostrar en forma exaltada la valentía por la cual se encuentran ahí, el miedo es vencido una y otra vez en este lugar. En la tierra es posible encontrar gran variedad de extraños seres desde pequeños pájaros o ardillas que hablan, hasta dragones alados, además de hechiceras bondadosas, sabios magos, viejas y feas brujas, alegres duendes e impredecibles hadas, sin embargo es muy extraña la ocasión en que dos ser de distinto genero se encuentren es un evento en verdad raro, pero todos han escuchado alguna vez historias al respecto. Supongo que es en verdad difícil imaginarse todo esto si no se tiene noción de mitología germano-escandinava. Y aunque parezca muy redundante, vale la pena recalcar que cada practicante de esta religión es un adorador de la valentía, el cobarde es indudablemente el ser más ruin y despreciado, dejarse vencer por el miedo es un oprobio inconfesable.
        Soy el líder de Eupen, una de las tantas tribus belicosas que pululan en la época. Me llaman Schwarzhaarig porque soy el único de pelo oscuro, además soy el mas alto y el mas desarrollado muscularmente, condiciones muy apropiadas, además del carácter, la intrepidez y la destreza con la espada para ser un jefe militar. Mi vestimenta consta de botas de cuero negro, pantalón gris, grueso cinto a la cintura, yelmo de acero con dos émulos de alas de águila a los costados, el escudo sobre el fondo negro una nívea águila con el pico y las garras ensangrentadas, y eventualmente una capa negra. Mi espada es de acero forjado, de algo mas de un metro de largo con la el escudo gravado en la empuñadura, su nombre es Nothung y ha sido pasada de generación en generación. Somos nómades por lo tanto vivimos en tiendas formando una aldea en un claro del bosque en la cercanía de algún río. Mi ejercito, entrena cada día corriendo aproximadamente diez kilómetros a campo traviesa, y ejercicios de esgrima. El estado físico de cada uno de ellos al igual que el mío es mínimamente aceptable.
        Es el atardecer de un largo y cansador día, me encuentro con un pequeño número de soldados relativamente lejos de la aldea y cerca de la frontera con los tártaros, buscamos un lugar donde acampar para pasar la noche; poco después de pasar la cima de una colina, salen tártaros detrás de cada árbol y cada arbusto como hormigas, nos superan notablemente en número, pero no en valor. Nos rodean sin atacarnos, intentan amedrentarnos con su sola presencia, lo que me da tiempo suficiente para visualizar desde arriba de mi caballo cual es el flanco más débil; desenvaino a Nothung y ordeno atacar velozmente por nuestra reta guardia y volver a la cima de la colina, tenemos éxito, ahora sólo tenemos un flanco por donde podemos ser atacados, y además estamos arriba. Intervengo activamente en la batalla, regando el suelo con sangre de cerdos; mis valientes soldados no se quedan atrás, tiñendo de rojo el verde césped, en realidad estamos efectuando una matanza. En un momento de distracción dejo que un par de tártaros se acerquen demasiado, y entre los dos logran bajarme del caballo, pero una vez en tierra los elimino casi sin dificultad, sigo luchando de pie ya que aun quedan algunos atacándonos, a pesar de lo poco se ve, ya que la luz huye lenta en el ocaso del día...
        De repente sin saber de donde apareció, veo una exuberante mujer de figura escultural, extraordinariamente bella, con una tenue sonrisa a flor de labios y una mirada seductora en sus hermosos ojos azules, su rostro tierno casi de nena esta enmarcado con una larga y sedosa cabellera de oro, su sensualidad es única, su belleza física me deja petrificado; no existe modo de mirar esa silueta de infinito esplendor para poder encontrarle un solo defecto, su forma es perfecta! Sin embargo la expresión de su rostro es engañosa, ya que me mira buscándome, como una mujer que gusta de un hombre, pero el resto de su cuerpo hace e gestos agresivos, que me invitan a batirme en duelo; en su mano derecha empuña una destellante espada, recién al notar la existencia de ese arma de singular brillo me doy cuenta que se trata de una Walkiria. Jamás me he batido a duelo con una mujer, es algo que no cabe en mi mente, por lo tanto me siento muy incomodo en esta situación, sin embargo lo mismo me pongo en guardia, aunque con una displicente sonrisa en mis labios esperando un desbaratado y débil ataque. Mucha es mi sorpresa cuando comienza a arremeterme con vigor y destreza admirable, mi aire de superioridad se esfuma y trato de concentrarme en mi defensa lo mejor posible, me hace retroceder, su fuerza es increíble, la miro a los ojos y parece que esta jugando, divirtiéndose conmigo, me seduce y me quiere matar a la vez. Repentinamente llega a mi mente la idea de que estoy luchando por mi Honor contra una diosa del Walhalla, un ser superior, y eso lo cambia todo, mi orgullo inyecta en mis venas una fuerte dosis de energía para mis músculos, ... una arremetida tras otra y logro hacerla retroceder, a punto tal que me acerco tanto que nuestros petos toman contacto ... nuestras narices también, al ver su rostro a esa corta distancia con esa expresión angelical me invade la ternura, quedo obnubilado, pierdo la noción de tiempo y espacio, sin comprender que pasa ni que estoy haciendo. El leve contacto de la piel de mi nariz con la de ella me hizo conocer una suavidad nunca antes experimentada. Todo, este acercamiento debe haber durado un pequeñísimo instante, un microsegundo; con una descomunal fuerza me expulsa hacia atrás, eso si, sin perder el gesto angelical en su rostro. Me paro en el acto y no la quiero mirar a la cara para poder concentrarme en la lucha, continuamos el duelo con vigor, mientras escucho voces que me vitorean, la Walkiria me ataca entonces con mas fuerza, velocidad y destreza, pero sin lograr vencerme. Después de este último intento, se desintegra su imagen y simplemente desaparece de mi vista sin dejar el mas mínimo rastro.
        Mis soldados, que habían terminado de luchar, me creyeron loco al verme en actitud de combate contra nadie, pero luego escucharon y vieron los chispazos de los aceros al chocar, y se dieron cuenta que luchaba contra alguien que ellos mismos no veían, pero yo si, y dedujeron que se trataba de algún Dios y comenzaron a vitorearme. La diosa que sólo pude ser vista por la persona con la que se bate a duelo; se dio cuenta de que otros notaron su presencia, trato de acelerar el termino del combate sin éxito, y finalmente desapareció para no evidenciarse ante tantos mortales. 

        Bien podría decirse que tuve muchísima suerte al conservarme aun con vida, el combate y después el duelo me dejaron físicamente exhausto, pero de mi espíritu fortalecido saco energías para continuar. Sin descanso viajamos de noche hacia la aldea para distanciarnos rápido de los tártaros, llegamos al medio día siguiente, contamos lo sucedido y nos fuimos a descansar. Respecto de la Walkiria no pronuncié palabra, y aunque los soldados murmuraban entre ellos en el camino, no se atrevieron a articular vocablo ante mi silencio. Ahora sé que las Walkirias no son una fantasía para arengar a los valientes, existen de verdad, y que a esta pronto volveré a verla.

        A la mañana siguiente me levanto con una idea fija, volver al lugar a presentar batalla contra los tártaros; mandé mensajeros a las tribus aliadas y cercanas para informarles de nuestra situación de guerra. Preparo al ejercito dividiéndolo en los habituales tres regimientos para partir antes de medio día. En realidad todo esto es una excusa, sólo quiero volver a estar en batalla lomas pronto posible para tener oportunidad de cruzarme otra vez con la Walkiria, la idea es fascinante y seductora, no un existe rival tan soberbio como ella. El vértigo del peligro de muerte inminente, amalgamado con su veleidosa atracción sexual, y un algo mas intangible, etéreo e indescifrable, conforman un cocktel amenazador y embriagante. Embebido de esta pócima, aunque sea suicida, sólo busco la forma de justificar el combate para volver a enfrentármele y ganarle. Partimos en marcha ligera y llegamos al atardecer a la colina en donde fuimos emboscados, se encontraba limpia de cadáveres, lo que evidenciaba la cercanía de nuestros enemigos. Seguimos cinco kilómetros mas y acampamos para pasar la noche; designo centinelas y todo el resto va a dormir, yo mismo me dispongo a hacerlo pero ... en el silencio de la noche la imagen angelical del rostro de la Walkiria invade mi mente, me confunde y aturde, su visión esta ahí haciéndome experimentar sensaciones contradictorias, por un lado siento ganas de vencerla, de demostrarle quien soy, que no soy un vil cobarde, que valgo, y no poco; y en contrapunto siento al recordar su dulce mirada que no podría lastimarla en lo mas mínimo, que si alguien quisiera tuviera intenciones de causarle daño tendría que enfrentarse conmigo previamente y vencerme, que no seria fácil ya que pondría hasta mi ultima gota de energía en este empresa; no sé, el conflicto mental que tengo me impide descansar. Insomne, me visto y decidido irme a la colina de la ultima batalla para clarificar las ideas mientras practico a solas con Nothung. Llego al sitio y en la noche estrellada elevo plegarias a Wotan para que depure mis pensamientos; luego con la ayuda dela luz de luna que me permite ver lo suficiente, comienzo mi practica individual de esgrima, después de un par de minutos logro despejarme y con el cerebro limpio y en blanco, me distiendo y me suelto en divertidos movimientos, pero en el momento menos pensado, de la nada otra vez se aparece la Diosa, con su impaciente estampa, gesticulando con el cuerpo, me invita a terminar el duelo inconcluso, con una sonrisa gentil y un ademán caballeresco, la saludo y me pongo en guardia.

        Esta vez ataco yo primero haciéndola retroceder varios pasos hacia atrás, después de que se repuso de la sorpresa y me atacó ella también, la lucha es pareja y no permite un instante de distracción, pero paradójicamente se establece entre ambos un extraño y absurdo dialogo gestual. Hace mucho tiempo que no miro fascinado, encantado, a una mujer; por su belleza, su aire señorial, su forma de mirarme. A la vez que nuestros rostros expresan mutuamente ternura, suavidad, amor; los cuerpos agresivos quieren demostrar, al otro coraje y bravura. No se entiende bien si es un duelo, o un ritual de cortejo, parecemos una pareja de leones jugando. En un momento ella me ataca mas y me hace retroceder hasta que quedo con la espalda contra el tronco de un árbol, quedamos muy cerca, con mi mano izquierda le tomo la derecha , la que empuña la espada, por su lado ella hace lo mismo con mi diestra. Todo el torso de nuestros cuerpos entran en contacto, mientras las miradas se pierden en los ojos del otro. La sangre me hierve, corriendo a toda velocidad cuando me besa en los labios. Su mansa lengua recorre lenta y suave un par de mis dientes, ... luego me mordisquea el labio inferior y despacio aleja su divino rostro de mi, mientras me mira sonriendo... Da un salto hacia atrás y se pone en guardia; yo estoy petrificado, tardo en reaccionar pero ella espera a que este listo para continuar. Me sonríe con cierto aire de suficiencia, como si hubiera demostrado que puede hacer algo que yo no. Esta interpretación me impregna de furia, y enceguecido de vivo orgullo profundizo al máximo mi concentración en la lucha. La sorprendo, una embestida tras otra, la empujo con fuerza y retrocede, cae de espaldas al piso y yo encima de ella. Cada brazo anula al del rival, se repite la escena, pero esta vez me vengo, besándola en la boca... la garganta... la oreja ... la boca de vuelta. Soy un delirante suicida, me vuelvo loco, pierdo enteramente el control de mi mismo; en medio de un duelo a muerte siento unas ganas irresistibles de hacerle el amor a mi rival, la incoherencia es total y absoluta, estoy perdidamente loco. De repente con una fuerza descomunal me eyecta, como si fuera sólo piel y huesos; caigo, por suerte, bien parado y todo vuelve a empezar, el duelo, o el ritual de cortejo, como quiera que se llame, se escucha de nuevo sonido violento de los metales al chocar. Al tratar de compenetrarme recuerdo un truco que no siempre me sale bien, pero lo intento, súbitamente cruzo a Nothung a la mano izquierda, y con la sorpresa de la rápida maniobra logro hacerle caer el acero, lo piso y la obligo a retroceder, tomo su arma del suelo y con una espada en cada mano la amenazo de muerte en el cuello y le digo: ‘estas vencida’. Cuando termino de pronunciar estas palabras desaparece ante mis ojos. Me encuentro un poco confundido, pero al ver las dos armas en mis manos me doy cuenta de que todo ha sido real, soy el único hombre que alguna vez haya vencido a una Walkiria, soy el primer humano que empuña un arma divina. Estoy muy contento y a pesar de todo el desgaste físico me siento pletórico de energía.

        Al llegar el día nos aprestamos a enfrentar a los tártaros; mis espías me informan acerca de la posición de ellos y me doy cuenta que nos preparan una nueva emboscada. Proyecto mi estrategia y para no desilusionarlos les hago pensar que voy directo hacia la trampa marchando al frente de uno de los regimientos, mientras los otros dos avanzan a marcha ligera sin hacerse notar a los lados del que hace de cebo. Nos trasladamos pomposamente para llamar la atención, caemos en la “trampa” , pero los sorprendidos son ellos cuando reciben el ataque por la retaguardia, que aunque un poco tarde llega tiempo. participo en la batalla con la espada de la Walkiria en mi mano derecha; mas liviana, mas filosa, mas todo, es la espada ideal, con ella todo es sencillo; me canso de rebanar soldados, me salpico tanto de sangre que parece que estoy herido. Destrozamos a nuestros enemigos, pero eso casi no me afectó; de inmediato como es costumbre, se lleva a cabo el festejo por la batalla ganada con el botín capturado, sin embargo permanezco apático, distante, al parecer he perdido los incentivos, pero no, en realidad mi mente esta pensando sólo en la Walkiria, en que le pasaría, que castigo tendría por haber perdido un duelo contra un humano; no me la puedo imaginar sufriendo, y además por mi culpa. Yo soy el culpable de su desgracia, y a pesar de que el hecho de haberla vencido me convierte en un ser poderoso, me siento muy mal, sin bien la he vencido en duelo me siento usurpador de un poder que no me pertenece. Severamente entristecido pienso en la forma de remediar lo que he hecho; busco en los rincones de mi memoria y un recuerdo me trae un tenue luz al final del túnel, sólo que da una pequeñísima posibilidad para ella, y para mi amor por ella, un milagro, y eso podría ocurrir únicamente si Wotan escuchara mis ruegos en la cima de la montaña Wunderbetensberg; se dice que los milagros pedidos en el vértice de esta montaña son concedidos, el problema es llegar, es en verdad muy difícil, y además no se sabe de nadie que haya regresado. A pesar de los grandes peligros y dificultades el amor por la Diosa me impulsa a llegar a esa cumbre sin importar cuanto sea lo que cueste.

        Wunderbetensberg es la montaña mas alta, se yergue imponente con su ladera norte casi perpendicular señalando como un índice al Gladheim, la cima es en verdad muy alta y no puede verse con frecuencia debido a que casi siempre hay nubes que la ocultan. La ladera sur es en principio la única accesible para escalarla, las otras exigen unas cuantas centenas de metros de escalada vertical, convirtiendo estos caminos en absolutamente impracticables para un simple mortal. Voy al sur, de allí parece una montaña mas, aunque mucho mas grande. Al pie de esta me aparece un extraño enano pero es en realidad un nibelungo, me detiene para contarme de los peligros de Wunderbetensberg, me habla de un laberinto lleno de trampas acertijos y lobos hambrientos, del cual probablemente nunca salga, intenta disuadirme, pero yo estoy completamente decidido, en realidad no tengo por que creerle y además si algo o alguien ha de detener no ha de ser este enano despreciable con sus estúpidas advertencias, lo dejo hablando y maldiciendo solo, mientras me alejo lo oigo gritar pero ya no escucho que dice. Trescientos metros más arriba encuentro un muro alto y largo que pareciera rodear la montaña, supongo que ha de ser los bordes del temible laberinto, recorro esta muralla en búsqueda de una entrada y encuentro dos puertas, una al lado de la otra, estas puertas escuchan y hablan, están en permanente discusión; hago memoria y recuerdo lo que sé respecto de este par de puertas, una es la entrada a un laberinto cuya salida esta cerca de la cumbre, la otra me conduce a un laberinto paralelo que no tiene salida, una siempre dice la verdad y la otra siempre miente, la dificultad reside en identificarlas, además sólo me han de contestar una pregunta cada una, a si que debo pensar bien que decir.

        Siguen incansables parloteando, mientras medito, entonces cuestiono a la puerta derecha: ¿Cuál puerta me lleva al laberinto sin salida? Esta, me responde; entonces le pregunto a la otra: ¿Cuál es la puerta que me conduce a la cima? y me responde: aquella. Entonces me confundo y entro por el pórtico izquierdo sin estar seguro de estar en lo correcto.

        Ahora estoy adentro, comienzo a caminar en búsqueda de alguna pista que me lleve a la salida, pasa el tiempo y mi caminata continua, internándome cada vez mas, por doquier aparecen pequeños animalejos con el don del habla diciéndome, vuelve, estas perdido, dobla acá o dobla allá, sólo provocan confusión, así que desisto en prestarles atención, pronto comienzo a sospechar que estoy perdido, hago un par de marcas y al rato confirmo que estoy dando vueltas en circulo, me detengo sin saber que hacer; de pronto escucho una voz femenina que dice “Schwarzhaarig, reconocerás la salida porque esta custodiada por un dragón al que deberás vencer, estarás lejos de ella cuando encuentres lobos hambrientos que te asalten, si en verdad amas a la Walkiria podrás vencer al dragón”, me doy vuelta y busco a ver quien me habla y no encuentro a nadie, la escucho de nuevo que me dice “confía en mi”, esta voz no hace mas que confundirme, como sabe tanto respecto de mi, porque no puedo ver a quien me habla, por que habría de confiar en ella, en fin estas palabras no me sirven de nada, no me ayudan a encontrar la salida; después decido hacer marcas numeradas en las paredes para orientarme y saber por donde ya he pasado, con este método prosigo con la búsqueda, pero a cada rato encuentro con alguna marca y no consigo orientarme bien, pero de todas formas continuo, y me encuentro con lobos que me atacan, lobos negros de brillante pelaje, ojos rojos encendidos de furia, y mucha baba chorreando de sus hocicos, son dos corriendo a toda velocidad hacia mi, por suerte tengo dos armas y al enfrentarlos los mato sin riesgos, pero al hacerlo aparecen tres mas, con estos tengo más dificultad pero también los mato, a través de un largo pasillo veo que vienen a la carrera muchos mas, a tantos a la vez no voy a poder vencer, corro en sentido contrario doblando continuamente, corro bastante y logro perderlos. En calma pienso y recuerdo a la voz que me anuncio que me alejaba de la salida si encontraba lobos, creo que mi método no sirve para salir, sigo pensando y recuerdo otro método, doblar permanentemente hacia el mismo lado, no importa cual pero siempre debe ser el mismo, aplico esto doblando siempre a la derecha, camino y camino, me harto de oír estupideces por parte de los animalejos que pululan por ahí y me harto de caminar también, pero con perseverancia llego hasta donde esta el dragón. Veo a lo lejos a ese horrible animal semejante a una lagartija pero enorme, se para sobre sus patas traseras y despedaza sus presas con sus garras y dientes, la muerte en manos de una bestia de estas es lenta y dolorosa. Quizás haya escuchado demasiadas historias, para que me parezca tan temible, de todas formas el verlo provoca temor, escucharlo bramar mucho más. Ya se ha dado cuenta de mi presencia y me espera en la puerta vociferando, desenvaino mis armas y me acerco lenta y cautelosamente, la bestia verde parada sobre sus patas traseras tiene una envergadura cercana a los cuatro metros, sus garras se mueven muy rápido, es mucho mas ágil de lo que yo suponía, estando a corta distancia avanza velozmente hacia mi, me sorprende, retrocedo defendiéndome, siento un mal sabor en mi garganta y me tiemblan las manos; sus garras pasan silbando cada vez mas cerca ycomo si leyera mi mente se anticipa a cada uno de mis movimientos, sólo logro con mucha dificultad apenas defenderme, con mis dos armas no consigo hacerle un solo rasguño, siempre sabe como voy a actuar, no se como vencer a este animal, la desesperación y la impotencia me invaden, de repente de un rápido manotazo me arranca una espada, en la oscuridad renegrida de los ojos de la bestia veo reflejada mi cara por un instante, esta impregnada de miedo, me avergüenzo y me enfurezco con mi mismo, pero de todas formas no sé que hacer, repentinamente avanza y se me tira encima, me aplasta con su enorme peso, trato con todas mis fuerzas de zafarme, pero me es imposible, intento escaparme de una forma u otra sin lograr nada, al fin me doy por vencido, descanso mis músculos y simulo estar muerto, en verdad estoy exausto, el dragón lentamente se levanta, y antes de que pueda verme la cara lo sorprendo y le atravieso el pulmón izquierdo y la espada le queda clavada hasta la empuñadura, se retuerce vocifera y cae pesadamente al suelo, allí se produce una extraña y horrible metamorfosis, mientras se retuerce va cambiando constantemente su forma, hasta que al fin termina de mutar, queda convertido en humano, o por lo menos aspecto de humano tiene, parece estar muerto, de cara al piso no se mueve, tiene la espada atravesada, su extremo sale por la espalda, busco la otra espada y con cautela doy vuelta el cadáver para recuperar mi arma, y quedo estupefacto, congelado, al ver rostro del muerto, tiene mi propia cara es como verse en un espejo, le quito el acero que lo atraviesa, y lo pongo de espaldas al suelo, lo miro con atención y es idéntico a mi, mil imágenes pasan por mi cabeza a toda velocidad, de todos modos no entiendo nada, pero esa figura de mi plagio muerto y muerto por mi, me fascina y me espanta a la vez. Tomo un respiro y sigo adelante, sólo tengo que atravesar una puerta para salir del laberinto.

        Una vez afuera a unos pocos metros de distancia hay una muralla de fuego cuyas llamaradas se elevan a considerable altura, a unos pasos de mi se encuentra un guerrero mucho mas alto que yo, completamente vestido de negro, se ríe a carcajadas, con su mirada gélida y profunda me increpa procurando amedrentarme: “soy Loge, no podrás atravesar mi fuego, a menos que tu causa sea justa y no dudes de ella ni por un instante”; al decirme esto lo hace con una muesca burlona y pedante, luego vuelve a reírse de mi. Esto me enfurece, y a pesar de sé que llevo las de perder al enfrentarme al dios del fuego, desenvaino mi espada instándolo al combate, sin embargo no se prepara al combate y se sigue riendo mofantemente mientras me dice: “sólo me vencerás cruzando la barrera de fuego”. Al escuchar esto me doy cuenta del porque de las risas burlonas, es quizás la prueba mas difícil que tenga que pasar, no dudar ni por un instante del amor a la Walkiria bajo el riesgo de morir quemado, el reto es grande, y comprendo su significado, así es que enfundo mi arma y mirando a esos fríos ojos que casi no tienen pupilas me sonrío diciendo, veremos quien ríe ultimo. Avanzo hacia el fuego seguro de mi, penetro el muro, y siento un calor infernal, mucho calor, parece que me quemo, sé que no debo mirar atrás, miro hacia el frente y no veo la salida, cierro los ojos, agacho la cabeza y empiezo a correr, corro a toda velocidad sin mirar, el calor es insoportable, no puedo mas, no sé de donde saco fuerzas pero sigo corriendo a la máxima velocidad, no sé cuanto tiempo llevo con este esfuerzo físico, pero me parece una eternidad, no aguanto mas, finalmente siento algo de fresco, he salido, abro los ojos y veo nieve cerca, así que me tiro en ella, me refresco y me tranquilizo, reviso mi piel y no tengo ninguna quemadura, ni siquiera en el pelo, nada; miro hacia atrás y veo tan solo la muralla que contiene el laberinto, el fuego desapareció no se por que, ni me importa, miro hacia adelante y puedo ver la cima cercana, trescientos metros pisando nieve y diez o quince metros de escalda vertical sobre la roca, los obstáculos mas grandes ya los he vencido, ahora en verdad estoy cerca.

        Finalmente, no sin poco esfuerzo, logro llegar a la ansiada cima, completamente extenuado, tomo aire, descanso un rato tirado en la roca mirando al cielo, luego me levanto para observar todo, la vista es fastuosa, es un espectáculo magnifico, el verde de los bosques, el blanco de la nieve en las montañas, el azul celeste de los lagos y el cielo, con el vértigo de la altura, y el viento frío soplando mi cuerpo confluye para conformar evento majestuoso; todo el mundo parece pequeño e insignificante desde aquí arriba, con razón hay que llegar hasta acá para poder ser escuchado por el Dios de Dioses. Desenvaino la espada de la Diosa y la hago silbar con el viento, es un momento glorioso, luego con el vértice del arma contra la roca del suelo y el cuerpo inclinado hacia el norte agacho la cabeza y me arrodillo para invocar a Wotan por la Walkiria. Me compenetro en mi imploración con toda la fuerza de mi alma, para que la voz de mi corazón pueda ser escuchada; mientras estoy así, vertido completamente hacia adentro mío, siento que alguien toca mi hombro, escucho de atrás una voz femenina que me dice: ‘Schwarzhaarig, es gracioso, ...pero a causa de tu paradoja tengo de nuevo una oportunidad perdida’La Walkiria se hizo presente otra vez, me alegra muchísimo volverla a ver, no entendí bien que me quiso decir, sólo sé que un nuevo y definitivo duelo tendría lugar en breves instantes.

        Esta desarmada, así es que le doy a elegir arma y escogió a Nothung, ambos con los aceros en la mano comienza el duelo o el cortejo, eso si es algo confuso, su bello rostro se enternece con una mirada y una sonrisa que sólo ella puede combinar con la dureza de su brazo derecho al empuñar agresivamente la espada. Esta vez comenzamos sin rodeos y muy enérgicamente, la escasa superficie del suelo bordeada por el abismo incrementa desde el principio el nivel de adrenalina en mis venas. La fuerza que aplica esta vez en cada embestida es demoledora, me hace retroceder, trastabillo y caigo de espalda, pero armado aun, e imprevistamente para mi se arroja encima mío, poniéndome el filo del metal en mi garganta, me da un beso en la boca, me olvido completamente que estoy luchando, quizás este en el Walhalla, me mordisquea de nuevo el labio inferior, me hace un pequeño corte en el mentón y me cura con su lengua besando la herida, me vuelvo loco quiero amar a esta Diosa pero a la vez tengo que defender mi dignidad, Ella jamás querría a un cobarde. Se da cuenta que no luchamos, se levanta y espera que me levante para continuar ... me siento muy raro, existe una formidable contradicción entre lo que tengo que hacer y lo que quiero hacer. Logro concentrarme y vuelvo a ser rival respetable, el secreto reside en no mirarla a los ojos, es difícil pero no imposible, me mantengo en esa postura y aunque físicamente es muy desgastante logro defenderme bien, sin embargo esporádicamente también logro atacarla y el combate se torna bastante parejo. Puede parecer una locura pero el tañer de los metales resulta música y nuestros movimientos un armónico baile, de destreza, fuerza, audacia y sentimientos difícilmente descriptibles mediante palabras. Sin querer me descuido un instante y la miro a los ojos, me pierdo, estoy enteramente enamorado de ella, y no sé que hago empuñando un arma en su contra. Ese momento de vacilación le vasto para despojarme de mi espada, al retroceder me caigo, quedo sentado con los brazos apoyados hacia atrás, e indefenso, sin arma ... nos miramos a los ojos y el tiempo parece haber terminado, ya no existe, el éxtasis de mirarla a los ojos me sublima; y ella a la vez con total naturalidad hunde la espada en mi pecho atravesándome el corazón.

        En ese instante despierto violentamente, propinándome un fuerte golpe en la frente contra la litera, al sentarme de repente en la cama, caigo acostado de vuelta y tomo conciencia que he tenido un sueño, no cualquier sueño, este en particular otra vez; me descubro empapado en transpiración, con la respiración alterada y el corazón que no se me escapa por la boca porque tengo los dientes apretados. Me tranquilizo de a poco y me contento con por lo menos de estar vivo, sé por experiencia, sin importar que hora sea, que ya no podré volver a dormirme, con los ojos abiertos veré y escucharé escenas del sueño en la oscuridad, y un aire mágico me envolverá aunque no lo quiera. Me levanto de la cama, ya mas calmado, decidido a terminar de escribir esto que en otra noche dejé inconcluso al llegar el día. Por un par de semanas la música que escucharé será sólo Heavy Metal y Wagner. Por un par de semanas estaré delirando, yendo a ningún lado, como un autista, sólo esquivando obstáculos para no chocarme, viendo sin mirar, oyendo sin escuchar, estaré flotando en una nube, embebido de metáforas con misticismo germánico, estaré como Schwarzhaarig antes del segundo duelo, tratando de comprender lo contradictorio y lo absurdo, sin poder apartar de mi mente a la Walkiria.

        Todo esto es indudablemente síndrome de una locura galopante, sin cura; cualquier secuaz de Freud se haría un tratado de psicología con estos datos, o por lo menos me haría poner chaleco de fuerza, sobre todo si se considera que las características de la Walkiria pertenecen a un persona real, que vive a pocas cuadras de mi casa; que me encuentro perdidamente enamorado de ella; mi mente errante divaga... se concentra, y se vuelve a perder, y no hallo la forma de expresar mis sentimientos de manera tal que ella me crea. 

        Todas estas imágenes mentales, abstracciones, metáforas, ideas y sentimientos, dan vueltas en mi interior, conformando un enorme rompecabezas surrealista de muy difícil solución. Primero lo observo el problema de una forma, luego cambio el punto de vista una y otra vez, cambio reiteradas veces el método de análisis y la solución no se vislumbra. Acá en la realidad tangible, la de todos los días, no hay un lugar como Wunderbetensberg donde ir a rogar por milagros, y tarde o temprano, por muy complicado que parezca, todo confluye inexorablemente, hacia una pregunta, una maldita y profunda pregunta sin respuesta:

¿Qué   puedo   hacer?