Es final de una tarde tranquila y apacible, en la escucho sentado el trinar
de los pájaros que vuelven al nido, estos alegres sonidos me estimulan,
mientras observo al aire juguetear con las formas de los cirros y
estratos teñidos de encendido naranja, que decolora suavemente hacia
el blanco a lo lejos, sobre el fondo turquesa del cielo y el gris azulado
de las sierras, es un espectáculo único, de belleza singular.
La brisa que juega con las nubes moldeando sus masas informes a su antojo
y me roza la cara invitándome a divertirme con ellas. De a poco,
paso a paso, el día agoniza, en cuentagotas, la luz huye lenta y
sutil hacia el oeste... y mi lógica analítica con ella también
se va lacónica, como polvo que se lleva el viento, esta satirizadora
de leyendas que impide a los duendes reír y jugar conmigo se va;
ya no esta conmigo. Estando al fin libre, y suelto, la sonrisa impera en
mi rostro. Comienza la noche y sus duendes emergen por doquier; el inmenso
cielo azul, que todo lo abarca y todo lo ve, me recibe como a un viejo
amigo, cómplice de mil historias. Al estilo Juan Salvador
Gaviota vuelo sin rumbo, sólo por el placer de volar, hasta que,
sin saberlo, me cruzo con un loco recuerdo que vuela casual y errante por
el lugar, este conoce el camino hacia una dimensión en cual es posible
encontrarte, sin dudarlo un instante lo sigo; llego hasta el limite, una
etraña puerta, y la cruzo, del otro lado me encuentro en una fiesta,
es aire libre, en un parque de cuidado césped cercado por un bosque
de pinos y una escalinata en la entrada de un palacio; aunque el cielo
esta despejado, un vientecillo con fragancia a ozono me recuerda la frescura
de la lluvia, el resplandor de la luna llena permite ver que hay mucha,
mucha y linda gente, se sonríen unos a otros, una alegre amabilidad
sobresale, y la música sonando, que extrañamente es vals
vienes, marca la cadencia del clima de buena onda que domina el ambiente.
La belleza de femenina es general, pero como siempre observo que hay a
mi alrededor para sacar a bailar primero a la que me gusta más.
La mejor es una rubia de estupenda forma que me da la espalda y a pesar
de que no le veo el rostro la encuentro especialmente hermosa, tiene un
aire, un aura, no sé como llamarlo, tiene algo intangible que la
hace más atractiva; me acerco y mi corazón galopa como caballo
salvaje, presiento tu cercanía... toco tu hombro desnudo y te das
vuelta con tu habitual sonrisa angelical, de inmediato pronuncio las palabras
apropiadas en alemán para invitarte a bailar y agradablemente accedes
a mi petición sin tener que insistir demasiado; sin embargo me sorprendo
muchísimo al observarte de cuerpo entero y ver que estas vestida
con un largo vestido de seda aterciopelado de color rosado, adornado con
finos encajes, estas preciosa, así, como una dama europea de fines
del siglo diecinueve, pareciera que tenés sangre azul, ya que sos
más elegante que cualquier miembro de la aristocracia. La sorpresa
aumenta aun mas cuando me veo a mi mismo vestido de militar, con uniforme
de gala de oficial prusiano, de la época de Von Bismarck. Cuentos
de los bosques de Viena, voces de primavera, vino mujeres y canto, Danubio
azul, ... etc. flotan en el aire ambientándonos con jovial vitalidad.
Te tomo por la cintura con una enorme sonrisa y la mirada soldada a tus
ojos comenzamos a bailar como si fuéramos eximios patinadores artísticos
nos deslizamos veloz y graciosamente sobre la pista que ya no es de césped,
es de hielo, así haciendo un giro tras otro, dando vueltas, hacemos
parecer fácil lo que en realidad es difícil, bailamos con
ganas por la propia belleza del acto mismo por sentirnos bien al ver al
otro irradiar alegría espontáneamente, se entrelazan nuestras
miradas estableciendo una autopista de comunicación bidireccional
cuyos términos son inexpresables con palabras. Es tan maravilloso
que a mi parecer Strauss dió vida a esta combinación de sonidos
tan sólo para que al mezclarse con nuestras formas y movimientos
brote esplendor y magia de la nada. Un haz de luz de luna se posa sobre
tus ojos y sus destellos brillan en forma singular sobre el fondo oscuro
de tus pupilas, es un instante que dura un siglo, me extasío al
poder observarlo. Tu sonrisa me dice que si, y te acerco más a mi
pecho sin perder el gracilidad de los movimientos, sin embargo la escena
me parece que avanza cuadro por cuadro interminablemente, te beso en los
labios, en ese instante el vértigo me invade, toda la atención
de mi ser se concentra en el tacto de mi boca, siento cada milímetro
cuadrado de tus labios con viva emoción, un mar adrenalina fluye
a través de mis venas; es que si tus labios toman contacto con los
míos se produce una reacción química, esta alquimia
me hace sentir que he encontrado la utopía, que no hay nada mas
importante en el universo. Nos separamos un poco para vernos la cara y
mirarnos a los ojos, es un momento de sublime éxtasis, percibo
tu mirada que me busca nuevamente con dulzura; sin resistencia vuelvo a
ser tuyo y te beso otra vez, el humor líquido de tu boca es agua
bendita que bautiza mi alma convirtiéndome en tu adorador, sin buscarla,
imprevistamente he encontrado la fuente de la juventud eterna, a partir
de ahora sólo tengo que lograr que quieras besarme y besarte para
obtener una renovada dosis de inmortalidad. Ahora escapa a través
de mis labios hacia ti mi espíritu, mi esencia, mi cuerpo queda
vacío en un acto de locura consiente, te doy lo mejor que tengo
a cambio de tu presencia. Seguimos así por tiempo indefinido flotando
en el aire como ondas sonoras, formando parte de la música ... quien
sabe por cuanto tiempo ... hasta que me pedís un minuto para luego
reencontrarnos.
Te espero largamente y no apareces, sin darme cuenta de a poco la nube
que nos envolvía se desvanese, te sigo esperando y no apareces,
luego comienzo a impacientarme, te busco por todos lados y quiero encontrarte
cada vez que veo una rubia que me da la espalda y a pesar de que cuando
me acerco sé que no sos vos, no me doy por vencido hasta verle la
cara. Recorro varias veces el lugar, pero es vano, no puedo encontrarte,
me cruzo por doquier con conocidos y conocidas, pero vos no estas... Salgo,
llego a la esquina y doblo, entro a otro boliche, les miro el rostro a
cada uno de los que allí están, pero a quien busco no la
encuentro. Voy al pub que esta a media cuadra y empiezo de nuevo el ritual
para encontrarte, pero no tengo suerte esta vez. Salgo a la calle camino
un par de cuadras y entro a otro lugar donde repito el acto infructuosamente.
Y así voy de un lado al otro por todos los boliches y pubs te busco,
te busco y te busco... en la calle me sorprende una gélida ráfaga
de viento, este con su oscuro frío trae de regreso a la realidad
material, recordándome de inmediato que la manija de cerveza que
tengo en la mano la debo beber antes de que se entibie. De vuelta en la
materialidad física, suspiro al recordarte, con una sonrisa en los
labios, pienso que entre otras cosas las posibilidades son reales ya que
hoy es sábado, la noche aun no empieza, Nueva Córdoba me
espera y la esperanza de encontrarte se torna tangible en el aire; no sé
como ni cuando, sólo sé que en algún
lugar
te encontraré.
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